Jorge y Demian Bucay sobre la crianza de los hijos
Parte del problema quizá radica en que, con frecuencia, los adultos terminamos pensando que nuestra tarea es conseguir que los niños nos “hagan caso”. De hecho, ese es el sentido con el cual se utiliza de modo habitual la expresión “bien educado”. Equiparamos la buena educación a “que no molesten” y está claro que la verdadera educación es otra cosa muy distinta: vale decir, prepararlos lo mejor que podamos para los desafíos de su vida futura. Si consolidamos esta como nuestra verdadera función, comprenderemos con rapidez que el autoritarismo no tiene lugar allí.